GRUPO DequeDéque en: ‘ARTISTAS Y MÁQUINAS. DIÁLOGOS EN EL DESARROLLO DEL ARTE DIGITAL’

Parece que hay una conjunción de astros, y es increíble que después de más de treinta años resurja como ave fénix un trabajo que en su momento se hizo desde casi en el más completo anonimato.

La verdad, ¡no sé cómo ni por dónde empezar!  El estar escribiendo esto ya me parece increíble. Quizás lo mejor es decir quiénes éramos, y visto lo visto quizás todavía sigamos siendo el grupo DequeDéque.  Ahora mismo recuerdo: “Aprovecha los años de Facultad que pueden ser lo mejor de tu vida” … La mejor lección de vida (que no académica) que me dio una profesora de Bellas Artes. Y sí, la verdad es que no le faltaba razón.

Toda esta aventura que culmina en un evento que luego os explicaré, empezó en julio 1987, en cuarto de Bellas Artes, cuando cinco buenas amigas, compañeras de clase y fiestas, de inquietudes y sueños… nos apuntamos a un curso de arte electrográfico impartido por unos jóvenes profesores (Fernando Ñiguez Canales y José Ramón Alcalá). Curso que pasado el tiempo demostraría que cambiaría nuestras vidas tanto en el ámbito profesional como personal.

Nos abrió una nueva manera de comunicarnos y una nueva técnica de expresión artística que pronto focalizaríamos en lo que verdaderamente nos gustaba, que era el diseño gráfico. 

Si, DequeDéque éramos/somos: Amparo Simó, Elena Ferrer, Amparo Montoya, Lourdes Ortún y una misma, Cristina Gutiérrez.

Como resumen y cosas relevantes fuimos invitadas a participar en la Segunda Bienal Internacional de Electrografía y Copy art, que se celebró en Valencia en octubre de 1988 (Comisariada por Alcalacanales), realizando el cartel para la exposición y exponiendo una obra que después pasó a formar parte de los fondos expuestos en el Museo de Arte Electrográfico de Cuenca.

En la sala de la Bienal, rodeadas de amigos. De Izquierda a derecha: Nieves Alcaraz, Lina Vila, Elena Ferrer, Cristina Gutiérrez, Amparo Montoya, Amparo Simó, Lourdes Ortún, Gemma, Miguel y Javi!

Con la misma técnica nos seleccionaron una de nuestras propuesta para “Les Fogueres Experimentals “ en 1989.

Así como a participar en 1990 en Hannover en el “Sommer Atelier”.

Nos presentamos a diferentes concursos de carteles (1988): Día de la Dona, Semana Santa de Gandía… que nos dieron más alegrías y los fondos necesarios para crear nuestro primer material “profesional” (todavía conservo mi “cuter de precisión” jejeje) y alquilarnos un estudio para trabajar en equipo.

Presentamos cuatro propuestas para el concurso de carteles de la Discoteca Chocolate«, muy de moda en esos años por formar parte de la “Ruta del Bacalao”. Todo sea dicho, no ganamos el primer premio, pero a Vicente Pizcueta (director de la discoteca en esos años) le pareció interesante nuestro trabajo y desde ese momento y durante casi dos años estuvimos haciendo carteles para la discoteca, conciertos y fiestas de locales del circuito que él organizaba.

Puede parecer increíble pero nuestra única visita a “Chocolate” fué una mañana para visualizar el espacio y así poder preparar una decoración para una fiesta que sinceramente ya no me acuerdo de cómo quedó la cosa. Lo que sí recuerdo es que fueron tres años de intensa actividad creativa, donde ya nos organizábamos para que cada semana hiciera una el cartel y así poder compaginarlo con más trabajos que intentábamos conseguir para poder financiarnos.

Lo pasábamos bien, sin más pretensiones…  con nuestra fotocopiadora, nuestros papeles de colores, nuestras tijeras y “cuter” de precisión y los primeros “letrasets” cuando ya queríamos que los titulares no salieran mordidos por la imprecisión del pulso.

Como me recuerda Amparo M.: «Le dedicábamos horas y esfuerzos pero éramos jóvenes y teníamos mucha energía, además de pocas preocupaciones. El esfuerzo iba dirigido a cuatro cosicas».

No hay que olvidar que, por aquel entonces, no existían los MAC’s, ni internet ni nada que hiciese promocionar nuestro trabajo más allá del “puerta a puerta”.

La necesidad de tener más independencia económica, ya acabada la carrera y para abrir más nuestro mundo hizo que cada una siguiera su camino profesional, sin dejar de perder todo sea dicho, esa buena y bonita amistad que todavía perdura.

En mi caso siempre seguí de forma autónoma compartiendo espacio y trabajando como freelance para diferentes clientes, hasta que a partir de 1994 ya formé mi propio estudio junto con Rafa Ortega, desarrollando proyectos de diseño gráfico e industrial.

Y… ZAS! Pasan treinta años y la misma persona que nos puso una fotocopiadora delante como herramienta creativa, va y se pone en contacto conmigo para saber si guardamos los carteles que hicimos y si nos haría ilusión en participar en su nuevo proyecto. ¿Ilusión? … DEPIEDRA!!!! Así me quedé.

Y sí, merece la pena guardar las cosas que te traen buenos recuerdos, ¡una es que es muy fetichista!. No todos, pero más de 10 carteles seguían en la misma carpeta que los guardé y junto con el resto de carteles que los diferentes cambios de casa, estudio y vida consiguieron perdurar en las manos de otra compañera del grupo (Amparo Montoya) forman parte ahora de esta instalación que se presenta.

Bueno, ahí estará el resultado (que lástima que Fernando Canales no pueda verlo), espero/esperamos que sea digno del espacio que ocupa y cumpla las expectativas pretendidas por los comisarios de la exposición.

Ahora mismo solo me sale una palabra: GRACIAS!

El próximo viernes 17 de diciembre, espero que podamos compartir la exposición con todos vosotros en: CCCC Centre del Carme. Sala 1 y 2

Organiza: Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana

Posdata:

Y como broma al nexo temporal… “máquinas, maquinetas, bacalao! …Que Artistas!

😉 ;)))